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SEAN UN EJEMPLO Y UNA LUZ - por el presidente Thomas S. Monson

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  Hermanos y hermanas, ¡qué bueno es estar con ustedes nuevamente! Como saben, desde que estuvimos reunidos en abril, nos ha entristecido el fallecimiento de tres de nuestros amados apóstoles: el presidente Boyd K. Packer, el élder L. Tom Perry y el élder Richard G. Scott. Ellos han regresado a su hogar celestial y los extrañamos. Cuán agradecidos estamos por su ejemplo de amor semejante al de Cristo y por las enseñanzas inspiradas que nos han dejado a todos nosotros.  Les extendemos una sincera bienvenida a nuestros nuevos apóstoles, el élder Ronald A. Rasband, el élder Gary E. Stevenson y el élder Dale G. Renlund. Ellos son hombres dedicados a la obra del Señor y están bien preparados para los llamamientos importantes a los que han sido llamados.  ⁷Hace poco, al leer y meditar las Escrituras, dos pasajes en particular se me han grabado en la mente y ambos son muy conocidos. El primero es del Sermón del Monte: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras bue

LA BENDICION DE LAS ESCRITURAS - por el élder D. Todd Christofferson

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  El propósito central de todas las Escrituras es llenar nuestras almas de fe en Dios el Padre y en Su Hijo Jesucristo.   El 6 de octubre del año 1536, a una figura lastimosa se le condujo de un calabozo del Castillo Vilvorde, cerca de Bruselas, Bélgica. Durante casi año y medio, el hombre había tenido que soportar estar aislado en una celda oscura y húmeda. Ahora, fuera de los muros del castillo, el prisionero fue atado a un poste. Tuvo tiempo de pronunciar en voz alta su oración final: “¡Señor!, abre los ojos del rey de Inglaterra”, tras lo cual fue ahorcado. De inmediato, quemaron su cuerpo en la hoguera. ¿Quién era ese hombre, y cuál era la ofensa por la cual tanto las autoridades políticas como eclesiásticas lo habían condenado? Se llamaba Guillermo Tyndale, y su crimen fue haber traducido la Biblia al inglés y haberla publicado.  Tyndale, nacido en Inglaterra en la época en que Colón zarpó hacia el nuevo mundo, se educó en Oxford y Cambridge y llegó a ser integrante del clero cat

El espiritu de revelación -por el elder David A. Bednar

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  Expreso gratitud por la inspiración que ha dirigido la selección del himno que vendrá después de mis palabras, “¿En el mundo he hecho bien?” (Himnos, Nº 141). Me doy por aludido.  Los invito a considerar dos experiencias que la mayoría hemos tenido con la luz.  La primera experiencia sucede cuando entramos en un cuarto oscuro y encendemos el interruptor de la luz. Recuerden cómo, en un instante, la habitación se llena de luz y hace que desaparezca la oscuridad. Lo que antes no se veía y era incierto, se vuelve claro y reconocible. Esta experiencia se caracteriza por el inmediato e intenso reconocimiento de la luz. La segunda experiencia tiene lugar al observar la noche transformarse en la mañana. ¿Recuerdan el lento y casi imperceptible aumento de luz en el horizonte? En comparación con el hecho de encender una luz en un cuarto oscuro, la luz del sol naciente no irrumpe de inmediato. Más bien, la intensidad de la luz aumenta de manera gradual y constante, y a la oscuridad de la noche