LA PALABRA DE SABIDURÍA: EL PRINCIPIO Y LAS PROMESAS - por el Élder Boyd K. Packer
Los maravillosos jóvenes que integran este coro son una
muestra de la juventud que se encuentra por toda la Iglesia. Cuanto los
queremos y que agradecidos nos sentimos por ustedes: ¡Nuestra juventud! Nada es
de mayor valor que nuestros hijos, nuestros jóvenes, y por consiguiente, es a
ustedes a quienes me dirijo. Hace varios años aprendí en África cuan
peligrosamente invisibles pueden llegar a ser los cocodrilos, y más adelante,
hice una advertencia a la juventud en cuanto a los cocodrilos espirituales que
les asechan para destruirles.
Esos peligros invisibles han crecido enormemente en número y
ahora hay muchos tipos de ellos.
Algunos son como minas escondidas en un campo que ustedes
deben cruzar camino a la madurez. Vecindarios y escuelas que una vez fueron
seguros ya no lo son. Afortunadamente, ustedes tienen en su interior un poder
espiritual muy parecido a un detector de minas que, si aprenden a usarlo, les
pondrá en aviso de los cocodrilos y las minas invisibles para que se mantengan
alejados del peligro.
Tres años después de la organización de la Iglesia, se
recibió una revelación que describió nuestra época con las siguientes palabras
proféticas:
“He aquí, de cierto, así os dice el Señor: Por motivo de las
maldades y designios que existen y que existirán en el corazón de hombres
conspiradores en los últimos días, os he amonestado y os prevengo, dándoos esta
palabra de sabiduría por revelación” (D. y C. 89:4).
La Palabra de Sabiduría puso restricciones sobre los
miembros de la Iglesia y, hasta el día de hoy, esos requisitos se aplican a
todo miembro y a toda persona que desee unirse a ella. Dichos requisitos son
tan importantes que nadie será bautizado en la Iglesia a menos que esté de
acuerdo con vivir en base a ellos. A nadie se le llamara a enseñar ni a dirigir
a menos que los acepte. Cuando quieran entrar en el templo, se les preguntara
si guardan la Palabra de Sabiduría. Si no lo hacen, no podrán entrar en la Casa
del Señor en tanto no sean completamente dignos .
Sabemos que, por lo general, a los jóvenes no les gustan las
restricciones. Aunque no lo crean, nosotros también fuimos jóvenes una vez y
nos acordamos.
Nuestra sociedad se ve plagada por un sentido de resistencia
a todo lo que limite nuestra conducta. La obsesión de separar la libertad de la
responsabilidad, donde se supone que de alguna forma las decisiones no están
sujetas a las consecuencias, podría llegar a destruir por completo el orden de
nuestra sociedad.
Jóvenes, deben comprender que hay un elemento de colosal
importancia que justifica las restricciones impuestas por la Palabra de
Sabiduría.
Aun cuando la revelación en principio fue dada “por vía de
salutación; no por mandamiento ni restricción” (D. y C. 89:2), cuando los
miembros ya habían aprendido la importancia de la revelación, los subsiguientes
Presidentes de la Iglesia le declararon como mandamiento y, como tal, fue
aceptada por la Iglesia.
La Palabra de Sabiduría fue “dada como un principio con
promesa” (D. y C. 89:3). El termino principio es muy importante en la
revelación, ya que un principio es una verdad perdurable, una ley, una regla
que se puede adoptar como una guía para tomar decisiones. Por lo general, los
principios no se explican en detalle. De ese modo tenemos la libertad de
decidir cómo habremos de proceder, usando esa verdad o principio como punto de
referencia.
Hay miembros que nos escriben para tratar de averiguar si
esto o aquello va en contra de la Palabra de Sabiduría. Aunque no se ha
explicado en mayor detalle, es bien sabido que el té, el café, las bebidas
alcohólicas y el tabaco están en contra de ella. En lugar de ello, enseñamos
ese principio, acompañándolo con la promesa de determinadas bendiciones. Hay
muchas substancias que no se mencionan en la revelación que uno puede beber,
masticar o inhalar, las cuales no sólo forman malos hábitos y adicción, sino
que dañan tanto el cuerpo como el espíritu.
No todo lo que es dañino se especifica. El arsénico, por
ejemplo, por cierto que es malo aunque su fulminante acción no da tiempo a
formar hábitos. Aquel a quien se le debe mandar en todas las cosas, dijo el
Señor, “es un siervo perezoso y no sabio” (D. y C. 58:26).
En algunas culturas, hay bebidas tradicionales que se
consideran inofensivas, pues no se les menciona específicamente en la
revelación. Sin embargo, llevan a los miembros, particularmente a los varones,
a alejarse por largas horas de sus respectivas familias para ir a tomar esas
bebidas en acontecimientos sociales que resultan verdaderamente ofensivos para
el principio. Las promesas hechas en la revelación les serán negadas a quienes
no sean prudentes.
La obediencia a los consejos les llevara por senderos
seguros en la vida.
Se cuenta la historia de un rey que debía escoger entre dos
hombres para ver quien conduciría su carruaje. Les mandó a ambos conducir por
un camino que bajaba serpenteando por la orilla de un precipicio.
El primer conductor lo hizo lentamente y con sumo cuidado,
alejado lo más posible del borde, mientras que el segundo, demostrando gran
destreza, se lanzó a tanta velocidad por el camino que, por momentos, la mitad
de una de las ruedas del carruaje iba en el aire por sobre el borde del
barranco.
Tras pensarlo detenidamente, el rey escogió al primer
conductor. En todas las cosas, es siempre mejor ir por un sendero seguro.
La Palabra de Sabiduría es “adaptada a la capacidad del
débil y del más débil de todos los santos” (D. y C. 89:3). Es apoyada por otros
pasajes de las Escrituras, que enseñan que las cosas buenas de la tierra “… son
hechas para el beneficio y el uso del hombre …”
El Señor dijo: “si, para ser alimento y vestidura, para
gustar y oler, para vigorizar el cuerpo y animar el alma.
“… para usarse con juicio, no en exceso, ni por extorsión”
(D. y C. 59: 18-20)1.
Jóvenes, aprendan a emplear moderación y sentido común en
todo lo relacionado con la salud, la nutrición y, particularmente, los
medicamentos. Eviten los extremos, el fanatismo y el apego a las filosofías
populares.
Por ejemplo, la Palabra de Sabiduría nos aconseja que
comamos carne con moderación. Para que no nos volvamos extremistas, se nos dice
en otra revelación que, “quien manda abstenerse de [comer] carne … no es
ordenado de Dios” (D. y C. 49:18)
Otro pasaje de las Escrituras nos aconseja, diciendo: “Cesad
de ser ociosos; cesad de ser impuros; … cesad de dormir más de lo necesario;
acostaos temprano para que no os fatiguéis; levantaos temprano para que
vuestros cuerpos y vuestras mentes sean vigorizados” (D. y C. 88: 124) .
Honren el principio de la Palabra de Sabiduría y recibirán
las bendiciones prometidas. La revelación dice que a “todos los santos que se
acuerden de guardar y hacer estas cosas, rindiendo obediencia a los
mandamientos”, se les promete que “correrán sin fatigarse, y andarán sin
desmayar” (D. y C. 89:18, 20).
La Palabra de Sabiduría no les promete una salud perfecta,
sino que enseña la manera de mantener el cuerpo con el que nacimos en la mejor
condición posible, y la mente alerta para recibir la suave inspiración del
Espíritu.
Recuerdo una bendición que recibí cuando estaba en el
ejército. En ella se me dieron consejos que son buenos para cualquier persona:
“Se te ha dado un cuerpo con aptitudes físicas tales, que le
permitan al espíritu funcionar por medio de él … Debes atesorar esta gran
herencia. Protégela, y no lleves a ella nada que pueda dañar sus órganos,
puesto que son sagrados. El cuerpo es el instrumento de tu mente y el cimiento
de tu conducta”. Ese consejo tuvo en mí una gran influencia.
Esa promesa de buena salud que se logra al vivir la norma de
la revelación no se limita a los miembros de la Iglesia. Háblenles a sus amigos
sobre la Palabra de Sabiduría e ínstenles a vivirla.
En la Palabra de Sabiduría hay una promesa aún mayor. A
aquellos que la observan se les promete que “… hallaran sabiduría y grandes
tesoros de conocimiento, si, tesoros escondidos” (D. y C. 89:19). Esta es la
revelación personal por medio de la cual podrán detectar cocodrilos invisibles,
minas escondidas u otros peligros.
Cuando se les confirmó miembros de la Iglesia, se les
confirió el don del Espíritu Santo. Pablo escribió: “… ¿ignoráis que vuestro
cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros … ?” (1 Corintios
6: 19) .
El Señor declaro: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a
quien el Padre enviara en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os
recordara todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26).
En la revelación hay una promesa final. Al hablar otra vez
de quienes son obedientes, el Señor dijo: “Y yo les prometo que el ángel
destructor pasara de ellos, como de los hijos de Israel, y no los matara” (D. y
C. 89:21). Esa es una promesa extraordinaria.
Para entenderla, debemos remontarnos a los tiempos de
Moisés, cuando los israelitas habían estado en cautiverio por 400 años y Moisés
se convirtió en su libertador e hizo que sobrevinieran plagas sobre Egipto. En
principio, Faraón concedió cada una de las veces que se dejara en libertad a los
israelitas, pero en cada ocasión, se volvió contra lo que había prometido.
Finalmente “Jehová dijo a Moisés: Una plaga traeré aun sobre Faraón y sobre
Egipto, después de la cual él os dejará ir de aquí… y morirá todo primogénito
en tierra de Egipto …” (Éxodo 11:1, 5).
Moisés les dijo a los israelitas que “tomase cada uno, un
cordero … sin defecto, macho de un año … y no … quebraréis hueso suyo” (Éxodo
12:3, 5, 46; véase Juan 19:33).
Debían preparar el cordero como para una fiesta, y les dijo:
“tomarán de la sangre, y la pondrán en los … postes y en el dintel de las
casas.
“Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y
heriré a todo primogénito en la tierra … y veré la sangre y pasaré de vosotros,
y no habrá en vosotros plaga de mortandad …
“Y este día os será en memoria, y lo celebraréis … por
estatuto perpetuo” (Éxodo 12:7, 1214).
“Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Que es este rito
vuestro?, vosotros responderéis: Es la victima de la pascua de Jehová” (Éxodo
12:26-27) .
Por cierto, jóvenes, resulta fácil ver el simbolismo
profético en la Pascua. Cristo fue el “Cordero de Dios” (Juan 1:29, 36), el
primogénito, varón y sin mancha. Fue sacrificado sin que le rompieran los
huesos, a pesar de que habían enviado a los soldados para que lo hicieran.
No es de la muerte física que nos veremos librados si somos
obedientes a estos mandamientos, pues en su debido momento a todos nos tocara
morir. Es la muerte espiritual la que no es necesario padecer. Si son
obedientes, esa muerte pasara de largo, “… porque nuestra pascua, que es
Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (1 Corintios 5:7).
Si bien la Palabra de Sabiduría requiere estricta
obediencia, a cambio de ello nos promete buena salud, grandes tesoros de
conocimiento y la redención que nos es concedida mediante el Cordero de Dios,
quien fue sacrificado para que pudiésemos ser redimidos.
La ley de sacrificio fue cumplida con la Crucifixión. En su
lugar, el Señor instituyo la Santa Cena. ¡Esa es la ordenanza que debemos
observar para siempre!
Jóvenes, asistan a las reuniones y participen de la Santa
Cena. Por cierto, la Palabra de Sabiduría se dio para que ustedes puedan
mantener esa parte delicada, sensible y espiritual de su naturaleza en las
debidas condiciones. Aprendan a “escuchar” a los sentimientos y de esa forma
serán guiados, aconsejados, recibirán enseñanza y serán bendecidos.
A pesar de que la vida está siempre llena de incertidumbre,
¡nunca sientan temor del futuro!
Sus jóvenes sueños se pueden cristalizar; todos sus deseos
físicos y emocionales que sean dignos pueden verse satisfechos. Podrán
encontrar un compañero o una compañera a quien ofrecerle un cuerpo libre de
adicciones, de depresivos o estimulantes, así como una mente sensible a la guía
y a las impresiones espirituales.
Podrán ser sellados por esta vida y por la eternidad y
podrán expresar libremente ese amor cuyo primordial propósito es crear vida,
hijos, familia y felicidad.
Si han estado un tanto extraviados, este es el momento de
regresar al camino cierto. (No hay nada que se lo impida! Jóvenes, sigan hacia
adelante con fe y el Espíritu los guiara, tal como lo hizo con Nefi, “sin saber
[el] de antemano lo que tendría que hacer” (1 Nefi 4:6).
Cumplan con la Palabra de Sabiduría; anden en buenas
compañías; asistan a la Iglesia fielmente y no dejen pasar un sólo día sin
pedir ayuda por medio de la oración, y yo les prometo que el camino será más
fácil y que tendrán una actitud más plena de confianza hacia la vida y el
futuro. Se les pondrá en aviso de los peligros y se les guiará por medio de los
susurros del Espíritu Santo.
Les testifico que esta revelación es una poderosa protección
para todos los miembros de la Iglesia, en particular, para ustedes, la
juventud, que enfrenta una vida llena de problemas, peligros e incertidumbres.
Pero tengan fe, jóvenes miembros de la Iglesia. El Señor estará con ustedes y
recibirán la guía necesaria. Les testifico de Él, de Su sacrificio, de Su
expiación y de Su amor por ustedes, y lo hago en el nombre de Jesucristo. Amén.
(1) El contexto del versículo 18 es el versículo 19: “porque he aquí, las bestias del campo, las aves del cielo … se han ordenado para el uso del hombre como alimento …”.
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