EL PODER DEL ÍMPETU ESPIRITUAL – por el Presidente Russell M. Nelson
Hermanos y hermanas, los amo. Aprecio
la oportunidad de estar con ustedes hoy. Oro todos los días para que estén
protegidos de los feroces ataques del adversario y que tengan fortaleza para
seguir adelante a pesar de los desafíos que afronten.
Algunas pruebas son cargas profundamente
privadas que nadie más puede ver; otras son visibles para todo el mundo. El
conflicto armado en Europa del Este es una de estas pruebas. He estado en
Ucrania y en Rusia muchas veces. Amo esos países, a esas personas y sus
idiomas, y lloro y ruego por todos los afectados por este conflicto. Como
Iglesia, estamos haciendo todo lo que podemos por ayudar a quienes están
sufriendo y luchan por sobrevivir. Invitamos a todos a seguir ayunando y orando
por las personas afectadas por esta calamidad. Cualquier guerra es una
horrorosa transgresión de todo lo que el Señor Jesucristo enseña y de lo que Él
representa.
Ninguno de nosotros puede controlar a
las naciones, ni las acciones de los demás, ni siquiera las de nuestra propia
familia, pero sí podemos controlarnos a nosotros mismos. Mis queridos hermanos
y hermanas, mi llamado a ustedes hoy es que pongan fin a los conflictos que se
desatan en su corazón, en su hogar y en su vida.
Entierren todas y cada una de las inclinaciones de hacer daño a los demás, sean
esas inclinaciones el mal genio, una lengua afilada o un rencor contra alguien
que les ha hecho daño. El Salvador nos mandó que volviéramos la otra mejilla1, que amáramos a nuestros enemigos y que oráramos
por los que nos ultrajan2.
Puede resultar difícil y doloroso
deshacerse del enojo cuando parece estar tan justificado, y puede parecer
imposible perdonar a quienes han hecho daño a los inocentes con sus actos
destructivos. Sin embargo, el Salvador nos exhortó a “perdonar a todos los
hombres”3.
Somos seguidores del Príncipe de Paz.
Ahora, más que nunca, necesitamos la paz que solo Él puede brindar. ¿Cómo
podemos esperar que haya paz en el mundo cuando, individualmente, no procuramos la paz y la armonía?
Hermanos y hermanas, sé que lo que estoy sugiriendo no es fácil, pero los
seguidores de Jesucristo deben dar el ejemplo para que todo el mundo lo siga.
Les ruego que hagan todo lo que puedan por poner fin a los conflictos personales que actualmente se desatan en su
corazón y en su vida.
Permítanme subrayar este llamado a la
acción analizando un concepto que recordé hace poco mientras miraba un partido
de baloncesto.
En ese partido, la primera parte fue
una batalla muy igualada, un ir y venir entre los dos equipos. Entonces, en los
últimos cinco segundos de la primera parte, el escolta de uno de los equipos
encestó un hermoso tiro de tres puntos. Y cuando solo quedaba un segundo, uno
de sus compañeros consiguió robar la pelota y la encestó ¡justo cuando sonaba
la bocina! Así que ese equipo se fue al vestuario teniendo cuatro puntos de
ventaja, con un visible aumento de ímpetu. Consiguieron mantener ese ímpetu
durante la segunda mitad y ganaron el partido.
El ímpetu es un
concepto poderoso. Todos lo hemos experimentado de una u otra forma; por
ejemplo, en un vehículo que va ganando velocidad o en un desacuerdo que, de
repente, se convierte en una discusión.
Así que les pregunto: “¿qué puede
generar ímpetu espiritual?”. Hemos visto ejemplos de ímpetu
tanto positivo como negativo. Conocemos a seguidores de Jesucristo que llegaron
a convertirse y aumentaron su fe, pero también conocemos a creyentes que
estuvieron muy entregados y luego se apartaron. El ímpetu puede ir en cualquier
dirección.
Nunca hemos necesitado tanto ese ímpetu
espiritual positivo como ahora para
contrarrestar la velocidad a la que se están intensificando la maldad y las
señales de los tiempos más tenebrosas. El ímpetu espiritual positivo nos hará
seguir avanzando por entre el temor y la incertidumbre que generan las
pandemias, los tsunamis, las erupciones volcánicas y los enfrentamientos
armados. El ímpetu espiritual nos puede ayudar a resistir los ataques incesantes
e inicuos del adversario y a frustrar sus esfuerzos por erosionar nuestro
cimiento espiritual personal.
Hay muchas acciones que pueden generar
ímpetu espiritual positivo; la obediencia, el amor, la humildad, el servicio y
la gratitud4 son tan solo algunas de ellas.
Hoy quisiera sugerir cinco acciones
concretas que podemos realizar para ayudarnos a mantener un ímpetu espiritual
positivo.
Primero: Entren en la senda de los convenios y permanezcan en ella.
No hace mucho tuve un sueño en el que
estaba con un grupo grande de personas que me hacían muchas preguntas; y lo que
más preguntaban era acerca de la senda de los convenios y por qué es tan
importante.
En el sueño les explicaba que
ingresábamos en la senda de los convenios al bautizarnos y hacer nuestro primer
convenio con Dios5. Cada vez que participamos de la Santa Cena,
prometemos de nuevo tomar el nombre del
Salvador sobre nosotros, recordarlo siempre y guardar Sus mandamientos6. A cambio, Dios nos asegura que siempre podremos tener el Espíritu del Señor con
nosotros.
Más adelante hacemos otros convenios en
el templo, donde recibimos promesas incluso mayores. Las ordenanzas y los
convenios nos brindan acceso al poder de la divinidad. La senda de los
convenios es la única senda que conduce a la
exaltación y la vida eterna.
En mi sueño, una mujer entonces me
preguntaba cómo podía regresar a la senda alguien que había quebrantado sus
convenios. La respuesta a esa pregunta nos lleva a mi segunda sugerencia:
Descubran el gozo del
arrepentimiento diario.
¿Qué importancia tiene el
arrepentimiento? Alma enseñó que no debemos “predica[r] nada, salvo el
arrepentimiento y la fe en el Señor”7.
El arrepentimiento es un requisito para toda persona responsable que desee obtener
la gloria eterna8; no hay excepciones. En una revelación dada al
profeta José Smith, el Señor reprendió a los primeros líderes de la Iglesia por
no enseñar el Evangelio a sus hijos9.
El arrepentimiento es la clave del
progreso; la fe pura hace que sigamos avanzando por la senda de los convenios.
Por favor, no teman ni demoren el
arrepentimiento. Satanás se deleita en la desdicha de ustedes. Acaben con eso.
¡Expulsen de su vida la influencia de Satanás! y empiecen hoy mismo a
experimentar el gozo de despojarse del hombre natural10. El Salvador nos ama siempre, pero especialmente cuando nos arrepentimos. Él prometió
que, aunque “los montes se m[uevan] y los collados se[a]n quitados […], no
se quitará de ti mi bondad”11.
Si creen que se han desviado demasiado
de la senda de los convenios, o durante demasiado tiempo, y que no tienen forma
de regresar, eso simplemente no es verdad12.
Pónganse en contacto con su obispo o presidente de rama; él es el representante
del Señor y los ayudará a experimentar el gozo y el alivio del arrepentimiento.
Y ahora les hago una advertencia: el
regreso a la senda de los convenios no significa
que la vida vaya a ser fácil; esta senda es rigurosa y en ocasiones nos
parecerá que es una cuesta empinada13.
Sin embargo, este ascenso se ha diseñado para probarnos y enseñarnos, para
purificar nuestra naturaleza y ayudarnos a llegar a ser santos. Es la única senda que conduce a la exaltación. Un
profeta14 describió “el bendito y feliz estado de
aquellos que guardan los mandamientos de Dios. Porque he aquí, ellos son
bendecidos en todas las cosas, tanto temporales como espirituales; y si
continúan fieles hasta el fin, son recibidos en el cielo […] [y] mor[a]n
con Dios en un estado de interminable felicidad”15.
El caminar por la senda de los
convenios, en combinación con el arrepentimiento diario, aviva el ímpetu
espiritual positivo.
Mi tercera sugerencia: Aprendan acerca de Dios y la forma en que Él obra.
Uno de nuestros mayores desafíos en la
actualidad es distinguir entre las verdades de Dios y las falsificaciones de
Satanás. Por esta razón, el Señor nos advirtió que “or[emos] siempre […],
para que venza[mos] a Satanás y [nos] libre[mo]s de las manos
de los siervos de Satanás que apoyan su obra”16.
Moisés proporcionó un ejemplo de cómo
discernir entre Dios y Satanás. Cuando Satanás vino a tentar a Moisés, él
detectó el engaño porque acababa de interactuar cara a cara con Dios. Moisés se
dio cuenta rápidamente de quién era Satanás y le ordenó que se marchara17. Cuando Satanás insistió, Moisés supo cómo invocar
a Dios para pedir más ayuda. Moisés recibió fortaleza divina y reprendió al
maligno de nuevo, diciendo: “Retírate de mí, Satanás, porque
solamente a este único Dios adoraré”18.
Nosotros debemos seguir ese ejemplo.
¡Expulsen de su vida la influencia de Satanás! Por favor, no lo sigan a su “abismo de miseria y angustia sin fin”19.
Un testimonio que no es nutrido
diariamente “por la buena palabra de Dios”20 puede desmoronarse a una velocidad
aterradora. Por tanto, el antídoto contra el plan de Satanás está claro:
necesitamos experiencias cotidianas de adoración al Señor y estudio de Su
evangelio. Les ruego que dejen que Dios prevalezca en su vida. Dedíquenle una
buena parte de su tiempo y, conforme lo hagan, fíjense en lo que sucede con su
ímpetu espiritual positivo.
Cuarta sugerencia: Procuren y esperen milagros.
Moroni nos aseguró que “Dios no ha
cesado de ser un Dios de milagros”21. Cada libro de las Escrituras demuestra lo
dispuesto que está el Señor a intervenir en la vida de quienes creen en Él22. El Señor dividió el mar Rojo para Moisés, ayudó a
Nefi a obtener las planchas de bronce y restauró Su Iglesia por medio del
profeta José Smith. Cada uno de estos milagros tomó tiempo y quizás no fuera
exactamente lo que esas personas le pidieron originalmente al Señor.
De la misma manera, el Señor los
bendecirá a ustedes con milagros si creen en Él, “sin dudar nada”23. Hagan el esfuerzo espiritual para procurar
milagros; oren pidiendo a Dios que los ayude a ejercer ese tipo de fe. Les
prometo que pueden experimentar por ustedes mismos que Jesucristo “da fuerzas
al cansado y multiplica las fuerzas del que no tiene vigor”24. Hay pocas cosas que aceleren más su ímpetu
espiritual, que el darse cuenta de que el Señor los está ayudando a mover un
monte de sus vidas.
Quinta sugerencia: Pongan fin a los conflictos en su vida personal.
Repito mi llamado a poner fin a los
conflictos en su vida. Ejerzan la humildad,
el valor y la fortaleza necesarios tanto para perdonar como para pedir perdón.
El Salvador ha prometido que “si perdon[amos] a los hombres sus ofensas, [n]os
perdonará también a [n]osotros [n]uestro Padre Celestial”25.
Dentro de dos semanas celebraremos la
Pascua de Resurrección. A partir de ahora y hasta entonces, los invito a
procurar poner fin a un conflicto personal que los ha abrumado. ¿Podría haber
un acto más apropiado de gratitud hacia Jesucristo por Su expiación? Si en este
momento el perdón parece imposible, supliquen por el poder que se deriva de la
sangre expiatoria de Jesucristo para que los ayude. Si lo hacen, les prometo
paz personal y un súbito aumento de su ímpetu espiritual.
Cuando el Salvador efectuó la expiación
por todo el género humano, hizo posible que quienes lo siguen puedan tener
acceso a Su poder sanador, fortalecedor y redentor. Estos privilegios
espirituales están a disposición de todos los que procuran escucharlo y
seguirlo a Él.
Mis queridos hermanos y hermanas, les
suplico con todo el corazón y los insto a que entren en la senda de los
convenios y permanezcan en ella, que experimenten el gozo del arrepentimiento
diario, que aprendan acerca de Dios y la forma en que Él obra, que procuren y
esperen milagros, y que se esfuercen por poner fin a los conflictos en su vida.
A medida que actúen conforme a estos
objetivos, les prometo que serán capaces de avanzar por la senda de los
convenios con mayor ímpetu a pesar de los obstáculos que afronten. Y les
prometo más fortaleza para resistir la tentación, más paz mental, liberación
del temor y más unidad en su familia.
¡Dios vive! ¡Jesús es el Cristo! ¡Él
vive! Él nos ama y nos ayudará. De esto testifico, en el sagrado nombre de
nuestro Redentor, Jesucristo. Amén.
(Conferencia General abril de 2022)
1. Véase 3 Nefi 12:39.
2. Véase 3 Nefi 12:44.
3. Doctrina y Convenios 64:10; véase también el versículo 9.
4. Tal como dijo el apóstol Pablo: “Dad gracias en todo” (1
Tesalonicenses 5:18). Uno de los antídotos más eficaces contra la
desesperación, el desánimo y el letargo espiritual es la gratitud. ¿Cuáles son
algunas de las cosas por las que podemos dar gracias a Dios? Denle las gracias
por la belleza de la tierra, por la restauración del Evangelio y por las
innumerables formas en que Él y Su Hijo ponen el poder de Ellos a nuestra
disposición aquí en la tierra. Denle las gracias a Él por las Escrituras, por
los ángeles que responden a las súplicas de ayuda que hacemos a Dios, por la
revelación y por las familias eternas. Y, sobre todo, den gracias a Dios por la
dádiva de Su Hijo y la expiación de Jesucristo, que hace posible que cumplamos
las misiones para las cuales se nos ha enviado a la tierra.
5. Para entender la senda de los convenios es importante
entender que un convenio implica un compromiso de dos partes: entre Dios y uno
de Sus hijos. En un convenio, Dios establece las condiciones y nosotros las
aceptamos; a cambio, Dios nos hace promesas. Muchos convenios van acompañados
de señales externas —u ordenanzas sagradas— en las que participamos en
presencia de testigos. Por ejemplo, el bautismo es una señal al Señor de que la
persona que está siendo bautizada ha hecho el convenio de cumplir los
mandamientos de Dios.
6. Véanse Moroni 4:3; 5:2; Doctrina y Convenios 20:77, 79.
7. Mosíah 18:20.
8. Véase Moisés 6:50, 57.
9. Véase Doctrina y Convenios 93:40–48.
10. Véase Mosíah 3:19.
11. Isaías 54:10; cursiva agregada; véase también 3 Nefi
22:10. La palabra bondad es una traducción de la palabra hebrea hesed, una
palabra impactante con un profundo significado que abarca la bondad, la
misericordia, el amor por convenio y mucho más.
12. Es posible hacer restitución por algunos pecados, pero
no por otros. Si una persona abusa de otra o la agrede, o si alguien le quita
la vida a otra persona, no es posible hacer una restitución completa. En esos
casos, el pecador solo puede restituir una parte y queda un gran saldo
pendiente. Gracias a que el Señor está dispuesto a perdonar un saldo deudor,
podemos acudir a Él, independientemente de lo mucho que nos hayamos desviado.
Cuando nos arrepentimos sinceramente, Él nos perdona. Todo saldo deudor que
quede entre nuestros pecados y nuestra capacidad de hacer una plena restitución
solamente se puede pagar aplicando la expiación de Jesucristo, quien puede
conceder el don de la misericordia. Su disposición a perdonar nuestro saldo
deudor es un don de valor incalculable.
13. Véase 2 Nefi 31:18–20.
14. Benjamín, el profeta y rey nefita.
15. Mosíah 2:41.
16. Doctrina y Convenios 10:5; cursiva agregada.
17. Véase Moisés 1:16; véanse también los versículos 1–20.
18. Moisés 1:20.
19. Helamán 5:12.
20. Moroni 6:4.
21. Mormón 9:15; véase también el versículo 19.
22. Juan el Apóstol declaró que había registrado los
milagros del Salvador “para que cre[amos] que Jesús es el Cristo” (Juan 20:31).
23. Mormón 9:21.
24. Isaías 40:29.
25. Mateo 6:14.
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