EL ESPÍRITU SANTO - por el presidente Marion G. Romney

Mis amados hermanos, dondequiera que estéis, os invito a unir vuestros ruegos al formulado en la oración de apertura para que el Espíritu del Señor nos acompañe durante esta reunión. Es necesario que así sea debido al tema que he elegido; de lo contrario, mis palabras se las llevará el viento.


El primer Artículo de Fe de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, dice: "Creemos en Dios el Eterno Padre, y en su Hijo Jesucristo, y en el Espíritu Santo."


Hace un año hablamos de Dios, el Eterno Padre; seis meses después, nuestro tema fue Jesucristo, el Hijo de Dios. Hoy queremos llamar vuestra atención sobre algunas verdades divinamente reveladas concernientes al Espíritu Santo.

 

Todas las escrituras enseñan sobre El y frecuentemente lo identifican como Consolador, Espíritu de Dios, Santo Espíritu, Espíritu de verdad o Espíritu del Señor. De acuerdo a lo que nos enseñan las Escrituras, el Espíritu Santo es una persona.

 

"El Padre", dijo el profeta José Smith, "tiene un cuerpo de carne y hueso, tangible como el del hombre; así también el Hijo; pero el Espíritu Santo no tiene un cuerpo de carne y huesos, sino que es un personaje de Espíritu" (D. y C. 1 30:22).

 

Jesús se refirió al Espíritu Santo mencionándolo como un personaje masculino, cuando les dijo a sus discípulos

"Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuere, el Consolador no vendría a vosotros mas si me fuere, os lo enviaré."

". . .cuando venga el Espíritu de verdad; él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará de todo lo que oyere y os hará saber las cosas que habrán de venir.

"El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber" (Juan 16:13- 14, itálicas añadidas).

El apóstol James E. Talmage escribió:

 

"En la maravillosa reunión de Nefi con el Espíritu Santo, que evidenciado el hecho de que El puede manifestarse en la forma y figura de un hombre; en dicho encuentro se reveló al "profeta, interrogándolo sobre sus deseos y creencias, instruyéndolo en los asuntos de Dios, hablando con él cara a cara' . . . porque yo hablaba con él como un hombre porque vi que tenía la forma de un hombre. No obstante, yo sabía que era el Espíritu del Señor, y me habló como


un hombre habla con otro' (I Nefi 11:11)" (Discourses of the Holy Ghost, comp. por N. B. Lundwall, Boocraft Inc. 1959, pág. 13).

 

"Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo; y estos tres son uno"; éstas son palabras de Juan el Amado que se encuentran en I Juan 7. Al decir que "son uno" significaba que son uno en propósito y comprensión. Sobre esto el profeta José Smith declaró:

"Los tres son uno, o en otras palabras, constituyen el grandioso inigualado y supremo poder que gobierna todas las cosas y por el cual todas las cosas son creadas y hechas. . .y los tres constituyen la Trinidad, y son uno" (Citado por Bruce R. McConkie en su libro Mormon Doctrine, 2a. edición, Bookcraft Inc., 1966, pág. 320).

Como miembro de la Trinidad y siendo uno con el Padre y el Hijo, el Espíritu Santo es omnisciente como ellos y conoce toda la verdad, teniendo así un "conocimiento de las cosas como son. . ." (D. y C. 93:24).

Así como la luz de Cristo "procede de la presencia de Dios para llenar la inmensidad del espacio" (D. y C. 88:12), también la influencia, el poder y los dones del Espíritu Santo pueden manifestarse a la vez en diferentes lugares.

Declaraciones como las siguientes, que se encuentran en las Escrituras "cayó el Espíritu Santo sobre ellos" (Hechos 11:15), "lleno del Espíritu Santo" (Lucas 1:15), "el don del Espíritu Santo" (Hechos 2:38), "Recibid el Espíritu Santo" (D. y C. 20:41), no siempre se refieren a su persona sino a su poder, influencia y dones.

Una de las funciones primordiales del Espíritu Santo es testificar del Padre y el Hijo. El mismo día en que el ángel le dijo a Adán que el sacrificio que éste ofrecía era "a semejanza del sacrificio del Unigénito del Padre. . . descendió sobre Adán el Espíritu Santo que da testimonio del Padre y del Hijo. . ." (Moisés 5:7, 9. Cursiva agregada).

En el bautismo de Jesús, dio testimonio de la divinidad de Cristo al deseen-' der "como paloma" sobre El (Mat. 3:16).

Toda persona que sepa o haya sabido que Jesús es el Cristo, ha recibido este testimonio del Espíritu Santo.

Pablo lo explica en su carta a los corintios, I Corintios 12:3: "...nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo"

Jesús lo explica en las palabras con que contestó a la declaración de Pedro, "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente": "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos" (Mat. 16: 16-17).

Y no sólo da testimonio de la divinidad del Padre y del Hijo, sino también de la verdad, y especialmente las verdades del evangelio.

Refiriéndose a este tipo de verdades Moroni Escribió:

"Y cuando recibáis estas cosas, (hablaba sobre las verdades del evangelio contenidas en el Libro de Mormón), quisiera exhortaros a que preguntaseis a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo" (Moroni 10:4).

Y a continuación agrega esta gran promesa:


"Y por el poder del Espíritu Santo podréis conocer la verdad de todas las cosas" (Moroni 1 0:5).

Cientos de personas han aceptado esta promesa y actuado de acuerdo a sus condiciones, dando testimonio de esa verdad por el poder del Espíritu Santo.

Pero El no sólo es un testigo .de la verdad, sino también un gran revelador y maestro de ella.

"Si me amáis, guardad mis mandamientos" (Juan 14:15) dice el Señor a sus apóstoles.

"Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, ... el Espíritu Santo, . . .él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho" (Juan 14:16, 26, cursiva agregada). "Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados . . .no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir; porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir" (Lucas 12:11-12 cursiva agregada).

Y Pablo escribió a los corintios:

"Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espritual a lo espiritual" (I Cor. 2:12- 13; cursiva agregada).

Estamos en deuda con el Espíritu Santo por las Escrituras que poseemos; El no solamente reveló las verdades que contienen, sino que dio a los profetas el espíritu de profecía.

". . .ninguna profecía de las Escrituras es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo" (I Pedro 1:20-21).

El registro nos dice que desde el principio "descendió sobre Adán el Espíritu Santo . . .Y Adán bendijo a Dios ese día . . .y empezó a profetizar concerniente a todas las familias de la tierra. . . (Moisés 5:9, 10).

Y así ha sido siempre. Lucas escribió que Zacarías, el padre de Juan el Bautista, "fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó . . ." (Lucas 1:67).

La promesa del Señor en esta última  dispensación de que se nos dará conocimiento por medio del "inefable don del Espíritu Santo" (D. y C. 1 21:26), presenta la interrogante de en qué forma se' puede recibir este inefable don.

La forma apropiada es la imposición de manos después de haber dado los pasos anteriores: fe en el Señor Jesucristo, arrepentimiento de los pecados y bautismo por inmersión para la remisión de los mismos.

El Espíritu Santo se confería en la Iglesia apostólica primitiva de la siguiente manera:


"Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús.

Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo" (Hechos 8:14-17).

Y cuando Pablo fue a Efeso, al encontrarse allí con algunos discípulos les preguntó:


"¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis. Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo.

Entonces dijo: ¿En qué pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo.

Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas y profetizaban" (Hechos 19:2-6).

Al indicar los deberes de los élderes en su Iglesia de los últimos días, el Señor dijo, entre otras cosas, que debían "confirmar por la imposición de manos para el bautismo de fuego y del Espíritu Santo, de acuerdo con las Escrituras, a aquellos que se bauticen en la Iglesia" (D. y C. 20:41).

Al llamar a varios de los hermanos para el servicio misional, dijo:

". . .os doy el mandamiento de ir entre esta gente y decirles, como mi apóstol de la antigüedad cuyo nombre era Pedro:

Creed en el nombre del Señor Jesús. . .

Arrepentios y bautizaos en el nombre de Jesucristo, según el santo mandamiento, para la remisión de los pecados; Y el que hiciere esto, recibirá el don del Espíritu Santo por la imposición de las manos de los élderes de la iglesia" (D. y C. 49:11-14).

Este don nos inviste con el derecho de gozar de la luz, la compañía, la guía y la influencia del Espíritu, mientras vivamos de acuerdo con los mandamientos de Dios.

La importancia de recibirlo no puede expresarse totalmente con palabras. Es el bautismo de fuego al que se refir Juan (véase Lucas 3:16). Es el nacimiento del "espíritu" del que hablaba Jesús cuando le dijo a Nicodemo:

 

"De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios" (Juan 3:5).

 

Recibir el Espíritu Santo es el tratamiento que pone en efecto el perdón y cura el alma enferma por el pecado.

La marca que distingue a la Iglesia de Cristo de todas las demás, en que sus miembros pueden recibir el don del Espíritu Santo.

Después de una entrevista con el presidente Van Buren, José Smith y Elias Higbee le escribieron una carta a Hyrum Smith, hermano del Profeta en la que decían:

”En nuestra entrevista con el Presidente, él nos preguntó en qué difiere nuestra religión de las otras que existen actualmente. El hermano José le respondió que difiere en la forma de bautizar y en el don del Espíritu Santo, que se recibe por la imposición de las manos. Consideramos que todo lo demás se puede incluir en el don del Espíritu Santo. . ." (Documentary History the Church, vol. 4, pág, 42).

Y sucede así porque el Espíritu Santo es un revelador. El don que confiere es "el espíritu de revelación. . . es el espíritu mediante el cual Moisés condujo a los hijos de Israel por el Mar Rojo a pie enjuto", según dijo el Señor (D. y C. 8:3).

Lo que da vitalidad, fuerza y poder a la Iglesia, es el testimonio del Espíritu Santo a cada uno de sus miembros de que Dios vive; que Jesucristo, su Hijo, es nuestro Salvador y Redentor, que su evangelio es el plan de salvación y la única forma de lograr la vida eterna; y que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es su Iglesia, y posee lautoridad para predicar el evangelio y administrar sus ordenanzas.

Mis hermanos y amigos, os doy mi testimonio personal de la veracidad de todo lo que os he dicho. El espíritu Santo me ha revelado que estas cosas son verdaderas. Por su poder yo sé que Dios vive y que somos sus hijos; que su evangelio es la verdad; que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es su Iglesia; que el Presidente Spencer W. Kimball es un profeta llamado por el Señor para presidirla; que el Espíritu Santo es un revelador y un testigo de todas estas cosas y que por su poder, cada uno de nosotros puede, como Moroni lo declaró, "conocer la verdad de todas las cosas" (Moroni 10:5).

Humilde y sinceramente os invito a creer en el Señor Jesucristo, a arrepentiros y bautizaros en su nombre y a recibir el inefable don del Espíritu Santo por la imposición de las manos de los élderes de la Iglesia. Y os invito a todos a aceptar la guía de este Espíritu.

Todos los que lo hagan, estarán preparados para recibir al-Salvador cuando venga, porque El ha dicho:

"Y en aquel día, cuando venga en mi gloria, se cumplirá la parábola que hablé acerca de las diez vírgenes.

Porque aquellos que son sensatos y han recibido la verdad, y han tomado al Espíritu Santo por guía, y no han sido engañados -de cierto os digo, éstos serán talados, ni echados al fuego, sino que aguantarán el día.

Y les será dada la tierra por heredad; y se multiplicarán y se harán fuertes, y sus hijos crecerán sin pecado hasta salvarse.

Porque el Señor estará en medio de ellos, y su gloria estará sobre ellos, y él será su rey y legislador" (D. y C. 45:56- 59).

Que todos podamos seguir la guía del Santo Espíritu a fin de estar preparados para ese gran día, lo ruego humildemente en el nombre de Jesucristo.

Amén.

(Conferencia general de abril de 1974) 

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