¿QUÉ ES UN AMIGO? - por el élder Marvin J. Ashton

Este día yo os saludo como amigos, donde quiera que os encontréis.

Alguien ha dicho: "Un amigo es una persona que está dispuesta a aceptarme tal como soy." Aceptando esto como una definición, pidamente puedo sugerir que somos mucho menos que un verdadero amigo si dejamos a una persona igual que como la encontramos.

Parece haber un mal entendido por parte de algunos hombres sobre lo que significa ser un amigo. Los actos de un amigo deben traer como resultado una mejoría propia, mejores actitudes, confianza en mismo, comodidad, consuelo, autorrespeto y más prosperidad. Ciertamente, la palabra amigo es usada equivocadamente si se identifica con una persona que contribuye a nuestra degradación, miseria y angustia. Cuando hacemos que un hombre se sienta apreciado, su actitud total cambia. Nuestra amistad es reconocida si nuestros actos y actitudes traen como resultado progreso e independencia.

Se necesita valor para ser un verdadero amigo. Algunos de nosotros ponemos en peligro la valiosa condición de amigo, por nuestra falta de voluntad para serlo bajo cualquier circunstancia. El temor nos priva de la amistad. Algunos identificamos a nuestros amigos más cercanos, como aquellos que tienen el valor de permanecer y compartirlo todo con nosotros bajo cualquier riesgo. Un amigo es una persona que ofrece lo mejor de mismo sin pensar en las consecuencias inmediatas. Sir Winston Churchill llegó a ser el más grande amigo de la Gran Bretaña, en las horas más amargas para su país porque él fue lo suficientemente valeroso para pedir "sangre, sudor y lágrimas", cuando algunos lo habrían aceptado más pronto como amigo, si él hubiera abogado por una rendición pasiva.

El presidente Abraham Lincoln fue una vez criticado por su actitud hacia sus enemigos:


—¿Por qué trata usted de hacer amistad con ellos preguntó un asociado—, cuando debería tratar de destruirlos?

—¿No estoy destruyendo a mis enemigos —respond gentilmente— cuando los hago que sean mis amigos?


¿No tenemos el derecho, como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, de respetar a nuestro profeta, vidente y revelador, el presidente Harold B. Lee como un íntimo amigo personal, ya que él nos hace mejorar diariamente con su buena voluntad para reprobarnos, amonestarnos, amarnos, animarnos y guiarnos de acuerdo con nuestras necesidades? El presidente Lee es nuestro amigo; yo tengo un testimonio de que lo es en el más amplio y completo sentido de la palabra, y él nos conducirá con su inspiración y valeroso carácter.

Yo os invito a ser sus amigos ¡Qué placer tan grande tuve esta mañana, al levantar mi brazo y sostener a mi amigo, el presidente Harold B. Lee! Su amistad para conmigo a través de los años, ha pasado la prueba. El siempre ha estado dispuesto aceptarme tal como soy, y me hace mejorar. ¡Qué gozo siento al unirme a él y a mis demás amigos: las Autoridades Generales y a todos vosotros, en la edificación del reino de nuestro Padre Celestial sobre la tierra!

Amo al presidente Tanner y al presidente Romney, porque ellos son mis amigos. Soy feliz teniendo a mi lado al élder Bruce R, McConkie, porque él también es mi amigo.

Mientras más nos esforzamos por comprender el significado de la amistad, más crece nuestro aprecio por las verdades que se encuentran en la siguiente cita:

"La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y. a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo" (Santiago 1:27).

Está bien que se nos recuerde que somos amigos de nosotros mismos, cuando mantenemos nuestra vida sin cula de los pecados del mundo, para ser mañana mejores de lo que somos hoy. Vale la pena tener como meta diaria ser los verdaderos amigos de nosotros mismos. Nuestra responsabilidad para con las viudas y los huérfanos es aceptarlos tal como los encontramos, y no dejarlos en ese estado. Nuestra responsabilidad es aligerar el corazón abatido, decir palabras de aliento y ayudar a satisfacer las necesidades diarias.

¿No somos algo menos que un amigo si tenemos el evangelio de Jesucristo y no estamos dispuestos a compartirlo por el precepto y por el ejemplo con una familia, un miembro, un vecino o un extraño? ¿No somos algo menos que un amigo si tenemos un testimonio del evangelio de Jesucristo y no estamos dispuestos a compartirlo?

Un amigo es una posesión que ganamos, no es un don. "Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando" (Juan 15:14). El Señor ha declarado que aquellos que le sirven y guardan sus mandamientos, son llamados sus siervos. Después de ser probados y encontrados fieles y veraces en todas las cosas, ellos ya no serán llamados siervos, sino amigos. Sus amigos son aquellos que El llevará a su reino y con quienes se asociará en una heredad eterna. (Véase D. y C. 93:45-46.) Permitidme compartir rápidamente con vosotros unas cuantas de las muchas referencias a los "amigos" que el Salvador nos da en Doctrinas y Convenios:

"Y además de cierto os digo, mis amigos. . .

"Acercaos a mí, y yo me acercaré a vosotros; buscadme diligentemente, y me hallaréis; pedid, y recibiréis; tocad, y se os abrirá;

"Cualquier cosa que le pidiereis al Padre en mi nombre os será dada, si fuere para vuestro bien" (D. y C. 88:62-64).

".. .mis amigos Síndney y José. .." (D. y D. 100:1).

". .. mis amigos, he aquí, os daré una revelación y mandamiento. . ." (D. y C. 103:1). ".. .mis amigos, no temáis..." (D. y C. 98:1).

". . .os llamaré amigos, porque sois mis amigos, y tendréis una heredad conmigo" (D. y C. 93:45).

Podría yo agregar que este último saludo amistoso fue dado cuando el Señor estaba reprendiendo a José Smith por la conducta de su familia en esa ocasión particular.

Y finalmente:

"Y como dije a mis apóstoles, así digo a vosotros, porque sois mis apóstoles, aun somos sacerdotes de Dios: Vosotros sois los que el Padre me ha dado; sois mis amigos" (D. y C. 84:63).

Os doy mi testimonio de que nuestro Señor y Salvador Jesucristo, es nuestro amigo. En su amoroso proceso de mandatos, reproches, saludos, revelación, animación y paciencia, nos lo está probando diariamente.

Ciertamente, El está dispuesto a aceptarnos tal como somos, pero también desea hacernos mejores en su palabra y en sus sendas.

Por unos momentos disfruten conmigo algunas sencillas pero poderosas conversaciones que he tenido recientemente, en busca del verdadero significado de la amistad. Pregunté a una niña de ocho años:

¿Quién es tu mejor amiga? —Mi mamita — replicó ella. —¿Por qué?

—Porque ella es amable conmigo.

La misma pregunta fue hecha a un joven en edad del sacerdocio el respondió: —  Mi obispo.

—¿Por qué?

—Porque él nos escucha a nosotros los jóvenes.

Una señorita de 19 años: —Mi maestra de Espigadoras. —¿Por qué?

—Ella siempre está disponible para mí, aun después de clase.

Un joven de 13 años: —Mi jefe de tropa.

—¿Por qué?

—El hace todas las cosas con nosotros.

Un prisionero: —El capellán.

—¿Por qué?

—El me cree. Él me ha creído aun sin que yo tuviera la razón.

Un marido: —Mi mujer. —¿Por qué?

—Porque ella es lo mejor de mí mismo.

De estos casos, ¿no podemos sacar en conclusión que la amistad se gana?

Fue Ralph Waldo Emerson quien dijo: "La única manera de tener un amigo es serlo uno mismo." Ninguno puede ser un amigo hasta que éste es conocido como tal. Un amigo es una persona que tomará parte de su tiempo, no sólo para conocernos, sino para estar con nosotros. Uno de los más finos presentes que podéis dar a cualquier persona, es el de vosotros mismos.

José Smith nos dio un indicio de la manera en que estimaba el valor de la amistad, cuando dijo: "Si mi vida no tiene valor alguno para mis amigos, no lo tiene tampoco para mí."

El Salvador dijo: "Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos" (Juan 15:13).

Cuando a Robert Louis Stevenson, se le preguntó el secreto de su vida radiante y fructífera, respondió simplemente: "Yo tuve un amigo".

En Éxodo 33:11 leemos: "Y hablaba el Señor a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su amigo" (Versión inglesa).

Un amigo, en el verdadero sentido de la palabra, no es una persona que pasivamente nos muestra su aprobación. Un amigo es una persona que se preocupa por nosotros.

Quisiera que escucharais con atención esta reciente experiencia que tuve mientras visitaba Sudamérica. Viajaba con un presidente de misión a 320 kilómetros de su oficina. Le avisaron de que uno de sus misioneros estaba en el hospital con el apéndice reventado. Su condición era grave a causa de la demora de seis o siete horas para obtener atención médica. El Presidente de misión dio inmediatamente instrucciones telefónicas, a fin de conseguir al mejor médico disponible, y guió en oración a sesenta misioneros que se encontraban en una conferencia de zona. A la mañana siguiente, él y su esposa estaban al lado de la cama del élder. Las oraciones continuaron, aumentó la atención médica y los compañeros se turnaron a su lado sin interrupción. Sus padres en Idaho fueron notificados: "Se está haciendo lo mejor por su hijo. Creemos que todo saldrá bien. Rogamos a su familia unirse a nuestras oraciones."

Aquí estaba la amistad en acción. Aquí había un amigo trabajando. Este era un ejemplo de dejar a las noventa y nueve ovejas, para la inmediata atención de la que faltaba.

Ninguna recompensa mejor puede venir a nosotros cuando servimos, que un sincero: "Gracias por ser mi amigo." Cuando aquellos que necesitan ayuda logran reponerse, por medio de nosotros, esto es la amistad en acción. Cuando el débil es hecho fuerte y el fuerte más fuerte por medio de nuestra vida, la amistad es real. Si un hombre puede ser juzgado por los amigos que tiene, también puede ser medido por el carácter de ellos.

¿Cómo podemos ayudar a un amigo? Un proverbio árabe responde a esto: "Un amigo es alguien a quien podemos derramar todo el contenido de nuestro corazón, paja y grano, sabiendo que la más gentil de las manos lo tomará, lo tamizará, conservando lo que vale la pena, y con el aliento de su bondad soplará arrojando fuera el resto."

Sí, un amigo es una persona que está dispuesta a aceptarme tal como soy, pero que también está dispuesta y es capaz de hacerme mejor que cuando me encontró.


Todos debemos estar eternamente agradecidos por la clásica experiencia de Pedro y Juan, cuando se aproximaron a la puerta del templo llamada la Hermosa. Ahí yacía un hombre cojo de nacimiento, que había sido limosnero toda su vida, nunca caminó sobre sus pies. Cuando se acercaron a él, extendió su mano pidiendo limosna.

Pedro le dijo, como todos recordamos: "No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.

"Y tomándole por la mano derecha, le levantó..." (Hechos 3:6-7).

Pedro fue un amigo. Él dijo al limosnero: "Levántate y anda: yo te ayudaré." Nosotros también debemos tomar al amigo de la mano, hasta que él vea y encuentre que tiene la fuerza suficiente para andar por mismo. ¿No es lógico concluir que Pedro estuvo dispuesto a aceptar al amigo tal como estaba, pero también a mejorarlo? Nuestro Salvador señaló el camino para cosechar amistad con nuestros compañeros y con Él cuando declaró:

"Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;

"...De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis" (Mateo 25:35,40).

Ruego a Dios para que nos ayude a ser buenos amigos. Nosotros necesitamos la amistad de Dios. El aboga por los nuestros. Dios vive, está cerca, está a nuestro alcance. Dejo a vosotros mi testimonio de que Jesucristo es nuestro Redentor y Salvador, que ésta es su Iglesia y que Él también es nuestro amigo. Doy este testimonio humildemente, en el nombre de Jesucristo. Amén.

(Conferencia general de octubre de 1972)

Comentarios